Las aguas contaminadas con metilmercurio en Minamata, Japón.

13.04.2021

Entre 1932 y 1968 la empresa química Chisso producía acetaldehido y cloruro de vinilo, usando como catalizadores sulfato y cloruro de mercurio, las aguas residuales de esta producción eran descargadas a la Bahía de Minamata en Japón sin darse cuenta que esta acción se convertiría en una de las catástrofes ambientales más grande en la historia de la humanidad.

Para las décadas de 1930 y 1940, la fábrica Chisso (compañía petroquímica japonesa, importante proveedora del cristal líquido utilizado para las pantallas de LCD) empezó a producir aldehído acético y cloruro de vinilo (elementos de fabricación del plástico). La fábrica utilizaba mercurio metálico como catalizador, mismo que sin ser tratado era vertido al agua, contaminando hasta la bahía de Minamata en Japón.

Por este motivo, la enfermedad de Minamata recibe dicho nombre, y es que para la década de los 50 la bahía fue el centro de un brote de envenenamiento por metilmercurio. Así, en 1956, año en que se detectó el brote, perdieron la vida aproximadamente 45 personas.

El 21 de abril de ese año, una niña de la ciudad, de 5 años de edad, amaneció con convulsiones y dificultades tanto para andar como para hablar, fue ingresada en el hospital de Minamata, el Hospital Chisso (hospital de la empresa propietaria de la principal fábrica de la ciudad). Fue, esa niña, el primer caso bien documentado de la enfermedad de Minamata.

Los días pasaban y se creída en principio que se trataba de una enfermedad contagiosa, para entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas mortales y más de 400 casos de personas con problemas neurológicos.

De esta forma, para 1960, un estudio determinó que hasta los gatos alimentados con el pescado de la bahía presentaban la enfermedad de Minamata (se los llego a conocer como los gatos que bailaban); el comportamiento extraño de los felinos llevó a que se identifique a la bahía como muy contaminada por metilmercurio.

Muchos estudios realizados con base en este precedente de los felinos revelaron que en el hígado y riñones de las víctimas humanas había una elevada cantidad de mercurio, también se encontró la presencia del contaminante en el cabello de los enfermos.

Para 1961, la fábrica se vió obligada a desviar algunas de sus aguas a un río vecino, esto sería la peor decisión que se pudo haber tomado ya que amplió el radio de contaminación, para esa época todo el mar interior de Yatsusho fue contaminado. Para 1968 el gobierno japonés anunció oficialmente la causa de la enfermedad sería la ingestión de pescado y de marisco contaminado de mercurio.

Las investigaciones continuaron, las autoridades se dieron cuenta que en los últimos años se había registrado una elevada cantidad de algas muertas, por supuesto almejas y ostras vacías, peces muertos flotando, aves que se desplomaban, pulpos paralizados y perros, cerdos y gatos que temblaban y morían. Los grupos de investigación detectaron, para julio de 1959, que las concentraciones de mercurio en la bahía, alcanzaban un máximo de 2 gramos por kilogramo, la muestra fue tomada en el punto de vertido de la empresa Chisso.

Para los habitantes aledaños, los efectos del contaminante variaban de acuerdo que tan expuestos a este se encontraban, es decir, la gravedad de la enfermedad en las personas era proporcional a si consumían mariscos, plantas o animales de la zona y la cantidad en que consumían.

Los casos más graves presentaban problemas sensoriales, frecuentes en las extremidades, problemas de movimiento y equilibrio, así como también reducción del campo visual. Los casos más leves incluían sensación de pinchazos en las extremidades (parestesia), dolores en articulaciones, dificultad en el uso de los dedos, dolores de cabeza, fallos de la memoria, insomnio, entre otros.

Las autoridades de Japón revelaron que, desde 1932 hasta 1968 se vertieron a la bahía 81 toneladas de mercurio a través de las aguas residuales sin tratar. Para 1968 se tuvo que cambiar el proceso de síntesis por otro menos contaminante, pero el balance final para 2001 fue de 2.955 casos con la enfermedad de Minamata, de estos, 2.265 personas habían vivido en la costa del Mar de Yatsusho, donde Minamata es ciudad costera.

El caso de Minamata fue tan trascendental y un ejemplo de como el tratamiento de aguas es muy importante, además, este caso constituye uno de los llamados "cuatro grandes procesos" de la responsabilidad ambiental en Japón, ya que por primera vez se permitió el uso de la prueba epidemiológica como prueba del nexo entre el consumo de los alimentos contaminados como la causa de la enfermedad.

La acción ciudadana y el reportaje gráfico de W. Eugene Smith sensibilizaron a la sociedad, atrayendo la atención del mundo hacia la enfermedad de Minamata. En 1973 los tribunales de Kumamoto fallaron a favor de las familias, ordenando el pago de 320 millones de Yenes (unos 2,3 millones de euros) a los demandantes.

Para el 2004, un fallo de la Corte Suprema responsabilizó a la fábrica y al gobierno de la prefectura de Kumamoto de no cumplir con su obligación de mantener limpias las aguas y de permitir que la contaminación continuase durante años después de su descubrimiento (recordemos que la empresa química Chisso no detuvo los vertidos hasta 1970), cerrando así años de litigios para este caso.

A pesar del impacto que tuvo esta catástrofe ambiental, en 2010 las personas afectadas por el suceso aceptaron un acuerdo del Gobierno japonés, el acuerdo consistía en que retiraban la denuncia interpuesta tanto al Gobierno como a la empresa responsable por todos los daños, a cambio de indemnizaciones y prestaciones médicas.

El caso de las aguas contaminadas con metil mercurio en Minamata ha sido un referente y un símbolo internacional de los daños ambientales en materia de tratamiento de aguas, este caso ha servido para que otros países tomen medidas, no cometan los mismos errores y sobre todo que creen nuevas políticas ambientales.

Para el año 2010, fueron 2771 personas las que tenían el certificado de padecer la enfermedad de Minamata, sin embargo, hay más de 40000, con síntomas más leves, que también reciben tratamiento médico. En la bahía, la concentración media de mercurio para esa fecha fue de 25 microgramos por gramo de sedimento en un área de unos 2 kilómetros cuadrados.

El caso de Minamata se convirtió en un referente tal que el Parlamento Europeo ratificó el Convenio de Minamata de las Naciones Unidas sobre el mercurio y sus derivados como un tratado internacional de obligado cumplimiento, el cual ha sido diseñado para proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos del mercurio.

Las aguas no tratadas presentaban altas dosis tóxicas de metilmercurio, esto produjo una bioacumulación de este compuesto en la cadena alimenticia, yendo desde la vida marina local hasta la población.

Fuentes consultadas: Universidad de Alcalá de Henares; Ecologistas en Acción; Cultura Científica.

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